domingo, 7 de abril de 2024

Y dónde el padre. Andrea Jiménez, Casting Lear

Primer cartel de Casting Lear

 

Seguro que Pinter o Brook habrían abandonado su butaca del Teatro Palacio Valdés, la noche del pasado viernes, tocados como cualquier mortal que ama, aunque sea en una esquina de su corazón, el teatro. Sometidos a una catarsis, a un hecho teatral del que no se sale indemne. Sin paredes, sin restricciones a sentir y acompañar, en una universalidad que nace de la necesidad de contar, de contarse. De adentrarse en "Casting Lear", la apertura a lo grande para el nuevo trimestre de escenAvilés, de la mano de una gran y valiente Andrea Jiménez.

 

Aunque hubieran entrado por casualidad, sin saber qué se iban a encontrar, casi como Xuacu Carballido (apellido de hondas resonancias). O por primera vez, o por última, hasta incluso aborreciendo lo que allí se vio, ¿no es también una emoción? Lo que sobre unas tablas casi desnuda, apenas una plataforma, como se desnuda un alma que quiere encontrar, encontrarse. Como la de Andrea Jiménez, jugando con la excusa de la tragedia shakesperiana, en busca del padre, del perdón.

 


Jiménez, directora, pero actriz; actriz, y al fin y al cabo directora, parte de una premisa rompedora: convertir cada noche sobre las tablas en un casting, en una búsqueda de su Lear, de un padre para su Cordelia, búsqueda de un arquetipo que revele sus propios porqués personales, de cercanía, de calidez, de sentirse como hija, filialidad... Una indagación de sí misma y de todos nosotros. Una reivindicación del teatro como el alcance de la intimidad del intérprete con el público. 

 

Y cada noche será diferente, por mucho que el apuntador, un Juan Paños a la vez presente y escondido, pase cada noche el mismo texto al aspirante a Lear. Y cada noche será diferente, porque las respuestas del nuevo rey serán distintas, únicas. Y cada noche será diferente, porque Andrea encontrará nuevas certezas de sí, y nuevas dudas, porque la exploración no tendrá fin, y la interpelación al público afinará músicas diferentes.

 

Andrea bucea y regala teatro, lanzándose a un abismo de escena, a una negrura que viste de luz. Hija, niña, mujer, amada y repudiada, sincera en su máscara de histrión o contenida.


 

Una expansión de la palabra, que aprieta y sostiene la mano hablando empática. Un viaje sin retorno del que si se vuelve, ya no es el mismo. Y qué grande Xuacu Carballido, encontrando en su interior un viaje sin rumbo, con el reto de ser el primero de muchos. Y cómo se hace querer Andrea. Quizás una noche, su padre aparezca en una butaca, como cada noche se lo encontrará en un abrazo, tan tierno y sentido como el de Xuacu. 

 

El escenario de Casting Lear, limpio

Larga vida a Casting Lear. Larga vida a quienes como Barco Pirata y Juan Mayorga desde el Teatro de la Abadía adonde irá, tienden la mano a la valentía. Larga vida a los estrenos desde un templo como el Teatro Palacio Valdés. Larga vida a Andrea Jiménez.

No hay comentarios: