miércoles, 26 de marzo de 2025

Matadero cinco. Johnny, no cojas el fusil

 


Nunca he hablado aquí de un libro. Tampoco es relevante si tengo algo o no que contar de nada. Pero hace apenas unas semanas leí "Matadero cinco, o La cruzada de los niños", y ante la vana esperanza de que vengan los tralfamadorianos a salvarnos, y sí de que nos contemplen como un zoo del que saben su principio y su destrucción, me he decidido a dar el paso. Al fin y al cabo, los tralfamadorianos contemplan el tiempo en un todo, no una sucesión lineal. Y la sucesión que están concatenando nuestros dirigentes se parece demasiado a la que conduce al fin del mundo, visto lo visto en el parlamento de España y lo que sea que haya en Europa. Así era. 

 

El desasosiego me recuerda a cuando era pequeño, y nuestros amados dirigentes de izquierdas en el Gobierno nos bombardeaban constantemente, en la única tele que había, sobre todo lo malo que nos pasaría si no nos uníamos a la maravillosa y pacifista OTAN, siglas de la conocida Organización Terrorista del Atlántico Norte. Era un niño de ocho años, los mismos que tiene ahora mí hija pequeña, y la angustia en que vivía, el miedo a la guerra nuclear y al posterior invierno nuclear (“invierno nuclear”, lo tengo grabado a fuego), no se lo perdonaré nunca. La recuerdo demasiado vívido para saber que nos pastorean hacia a un momento similar. O peor, porque en estos tiempos no existe ningún Olof Palme que nos ponga la pausa de la cordura contra el rearme, o el eufemismo que quieran ponerle. Así era.

Cierto es que ahora se entrecruzan varios desasosiegos, como el adelanto de la pérdida, y si la química no llega, lo hace el alcohol. Con ocho, solo era un niño un poco triste, ahora, tiene otro nombre el dolor.

El caso es que yo venía a hablar de "Matadero cinco" de Kurt Vonnegut, que no había mencionado al autor. Un libro en el que prometió no contar la guerra como algo heroico, sino como lo que es, el pozo de toda vileza humana, en el que no existe el heroísmo, sino mandar a la muerte a niños por no se sabe muy bien qué. Echo de menos el pacifismo de un Dalton Trumbo. De un Kurt Vonnegut que vivió como prisionero de guerra estadounidense en manos de los alemanes (que maravilla cuando caricaturiza 'La gran evasión") uno de los episodios más deshumanizadores de esa brutalidad llamada Segunda Guerra Mundial: la destrucción de Dresde. Echo de menos las manifestaciones masivas contra la guerra de Vietnam, el movimiento de los no alineados. Echo de menos voces lúcidas en la izquierda, y por qué no, en la derecha (ánimo, practicantes de la religión del amor al prójimo que es el cristianismo), contra el horror del militarismo que no protegen la paz, sino que nos llevan a la guerra. Así era.

Leed un poco sobre los porqués de la Primera Guerra Mundial, el imperialismo, la carrera armamentística, y sus consecuencias. E igual os creéis que "Johnny cogió su fusil" es el producto de una imaginación desmedida. Así era.

Yo venía a hablar de "Matadero cinco" y de cómo Billy Pilgrim, un joven se ve arrastrado al frente, tras las líneas enemigas, en medio de un invierno atroz, sin saber aún cómo. Poco más que un niño, como tantos otros. Y no, no me digáis que con 18 años ya se es mayor, se está en plenitud mental, y tal y cuál. No os lo creéis ninguno, si os sentís igual de maduros con 18 que con 50. Y si lo afirmáis, o mentís de forma consciente o no os lo creéis ni vosotros. Qué bien que vuelva la conscripción, y la patria, y no sé qué. La mili, ni pa Pedro ni pa Pili. Mili KK. La izquierda, o es pacifista y antimilitarista, o no es. Así era. Y no, yo no muero por ningún país, solo doy la vida por mis hijas.

Si, "Matadero cinco". Sí, Dresde. Solo comparable a Hiroshima y Nagasaki, y perpetrado por los mismos. Solo comparable a los crímenes de guerra nazis. Con uno fin, causar dolor, infligir miedo a la población civil. La muerte por la muerte. Un aviso a navegantes de lo que somos capaces. Así era.

No es casualidad que en la década de los movimientos civiles en Estados Unidos, de la lucha contra la guerra de Vietnam, el libro pasase de mano en mano entre los jóvenes, se enarbolara en las manifestaciones. La guerra es una abominación de la que solo se benefician quienes no mandan a sus hijos a ella. I ain't no senator's son, como cantaba la Creedence. Ibiza, paraíso de jipis yankis cuyos papás ricos no querían que sus nenes muriesen en la guerra. Para eso ya estaba la working class, tan bien retratada en esa obra maestra que es "El cazador", de Cimino. Así era.

 Hoy vuelven a sonar tambores de guerra. Los voceros lo repiten a diestra y siniestra en las teles, en las radios, en los periódicos.. Que les pregunten a los habitantes de Dresde, de Hiroshima, por el kit de supervivencia de 72 horas. Ved "En este rincón del mundo", o quizás atreveros con “La tumba de las luciérnagas”. Y si queréis de verdad conocer una aproximación cinematográfica de la guerra, solo "Ven y mira", del soviético Elem Klimov se le aproxima, y apenas contó una pequeña parte de las atrocidades que vivió, cometidas por los nazis contra el pueblo soviético. Así fue. 

 Y leed "Matadero cinco". Al fin y al cabo, estas líneas iban de ella. Y si no, que lo escriba Kilgore Trout. Nos vemos en Tralfamadore. Así es.