Seis meses dan para mucho. Medio año vuela, y la vida puede desplegarse en un vórtice de novedades... Seis meses sin teatro, desde la maravillosa y entrañable 'El padre'. Y regresar. Por fin. Y por primera vez en mi vida solo, gracias a un inesperado regalo: una entrada para asistir a uno de los éxitos de la temporada, 'El jurado', producido por Avanti Teatro, en un giro temático radical con respecto a su predecesora en las entradas de esta bitácora. Ocasión de disfrutar con buenos y conocidos actores, a las órdenes de uno de los directores más afortunadamente activos y reconocidos, Andrés Lima, y frente a un tema que no puede ser más candente: el retrato, un juicio a la corrupción. Esa que destapó la crisis, cuando dejó de haber reparto, con el dinero de todos, para tanto “qué hay de lo mío”, y las miserias, la basura, comenzó a desbordar las alcantarillas. Una radiografía a esa sociedad que la acogió, miró para otro lado cuando una parte se lucraba a su costa (entre la ignorancia y la indiferencia). Una sociedad que la sufrió y la sufre, mientras algunos desde las alturas tratan de difuminarla y sigue presente. Omnipresente. Un retrato de los escrúpulos, o su ausencia. De una dignidad que se alza sobre la podredumbre cuando esta parece enfangarlo todo y a todos.
Actualidad teatral
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sábado, 29 de octubre de 2016
De dignidad y escrúpulos. El jurado.
Seis meses dan para mucho. Medio año vuela, y la vida puede desplegarse en un vórtice de novedades... Seis meses sin teatro, desde la maravillosa y entrañable 'El padre'. Y regresar. Por fin. Y por primera vez en mi vida solo, gracias a un inesperado regalo: una entrada para asistir a uno de los éxitos de la temporada, 'El jurado', producido por Avanti Teatro, en un giro temático radical con respecto a su predecesora en las entradas de esta bitácora. Ocasión de disfrutar con buenos y conocidos actores, a las órdenes de uno de los directores más afortunadamente activos y reconocidos, Andrés Lima, y frente a un tema que no puede ser más candente: el retrato, un juicio a la corrupción. Esa que destapó la crisis, cuando dejó de haber reparto, con el dinero de todos, para tanto “qué hay de lo mío”, y las miserias, la basura, comenzó a desbordar las alcantarillas. Una radiografía a esa sociedad que la acogió, miró para otro lado cuando una parte se lucraba a su costa (entre la ignorancia y la indiferencia). Una sociedad que la sufrió y la sufre, mientras algunos desde las alturas tratan de difuminarla y sigue presente. Omnipresente. Un retrato de los escrúpulos, o su ausencia. De una dignidad que se alza sobre la podredumbre cuando esta parece enfangarlo todo y a todos.
sábado, 23 de abril de 2016
El padre. La vida, esa enemiga que se escapa, como mariposas al vuelo...
Los hábitos permiten mantener la cordura en nuestra caótica existencia. Más allá de las aburridas rutinas, ciertas costumbres ayudan a adquirir la coherencia del día a día, a centrarse. Y aunque parezca un contrasentido, a evadirse y dar rienda suelta a los sueños. Como el ritual del teatro, pasado por mi parte a un segundo plano en los últimos meses; y el de la escritura, arrinconado a la par. Antes simbióticos, y por un tiempo desconectados, por fin, han confluido en un cruce al que condujeron caminos sin rumbo aparente. Lo ha conseguido un formidable drama, de los que encogen el corazón y sobrecogen el alma; con espacios de distensión para la risa sobrepuesta a la amargura, momentos para el despiste y la intriga, y por encima de todo, actores que dan vida a la obra en toda su complejidad. Lo ha logrado “El padre” que ayer se estrenó en Avilés para toda España. Un texto de Florian Zeller que está triunfando en un buen número de países. La dirige José Carlos Plaza y gira alrededor de Héctor Alterio (Andrés), el padre del título, a quien da incansable réplica Ana Labordeta (Ana) y el resto del elenco: Zaira Montes (Laura), María González (mujer), Miguel Hermoso (hombre) y Luis Rallo (Pedro). Y ofrece una dosis en vena del mejor teatro contemporáneo, teñido de realidad, producido por Pentación.